La primera vez que oí hablar de los ‘lectores de sensibilidad’, una profesión que, contratada o requerida por editoriales, agencias o los propios autores, consiste en determinar si un colectivo social aparece representado de un modo ofensivo en un libro, recordé ‘Memorias de mis putas tristes’, la última novela de García Márquez, y las reacciones que suscitó.